domingo, 26 de febrero de 2012

REALMENTE ¿HAY TÚNELES EN MORELIA?

Yo cursé parte de mi instrucción primaria en la Escuela Belisario Domínguez. En el año de 1942 se ubicaba en el costado norte del templo de San José y, junto con la entonces Secundaria Varonil de la UMSNH, formaban el edificio principal del antiguo Seminario Diocesano de Morelia, por lo que ambas escuelas se encontraban divididas por una reja metálica, fuerte y con varios candados, por lo que no se podía transitar pero sí había comunicación verbal entre los alumnos. Los estudiantes se secundaria nos platicaban de un túnel que, partiendo de una pequeña puerta situada abajo del púlpito (o sitial desde el cual se hacían las lecturas) del que fura refrectorio o comedor del seminario, descendía en dirección poniente hasta pasar por debajo de la Pila del Jardín de San José, pila de por sí muy hundida (en fecha posterior se remodeló y se elevó de nivel en aproximadamente 1.50 m) y que seguía esa dirección hasta llegar al edificio del Antiguo Episcopado, hoy oficinas de la Secretaría de Salud.
En ese entonces, un gran amigo mío -ya fallecido- de nombre Javier Martínez Gutierrez (sobrino del entonces muy conocido oftalmólogo Abel Cerna Martínez) cursaba en 1er. año de secundaria (el 3o. se hacía en San Nicolás) y entabló muy buena amistad con el "líder de la secundaria", cuyo nombre no recuerdo pero lo apodaban "El Chivo". Es probable que el mote se debiera a que usaba una barbilla puntiaguada que recordaba a un chivo adulto, es decir, un cabrón. Debemos recordar que, en ese tiempo los alumnos de secundaria tenían, en promedio, unos 18 años (algunos mucho mayores).
Así las cosas, "El Chivo" tenía la llave del candado que aseguraba la puerta de acceso al túnel y era quien decidía cuántos, quiénes y cuando se podía acceder a dicho túnel. Por los últimos días del curso de ese año de 1942, Javier me dijo que tal día bajarían unos pocos estudiantes a conocer el túnel, que si quería acompñarlos él le diría al "Chivo" para poder hacerlo. Llegado el día, unos 5 ó 6 estudiantes, varios armados con sendas lámparas de baterías, iniciamos la aventura y nos adentramos en el túnel.
Descendimos unos 8 ó 10 escalones de cantera labrada y continuamos por un tramo con algo de pendiente y con piso también de cantera labrada; calculo que su ancho sería de 1.10 ó 1.20 m y con un alto de unos 2 metros. Después de caminar unos 50 metros, probablemente un poco antes de llegar al muro de la fachada del templo (y de la escuela), hubo que bajar otra escalera, quizá uno 15 escalones muy aperaltados pero de huella muy grande. ("Huella" es la parte horizontal de una escalera, la vertical se llama "peralte").
Al terminar la escalera, el piso dejó de ser de cantera, era de un material como tepetate muy duro y se notaban las huellas del zapapico o cincel con que fueron hechas las excavaciones, se tornó resbaladizo y "el guía" nos alertó de cuidar nuestro paso. El techo se hizo más bajo y notamos que goteaba agua, humedeciendo piso y paredes, cubiertos de lama verde y repugnosa al tacto, por lo que evitábamos tocarlas con la mano. Al adentrarnos unos pocos metros más (calculo que sería un poco antes de llegar a la fuente), había algunos derrumbes y "el guía" nos indicó iniciar el regreso, cosa que se hizo a gusto de todos, salimos a la "luz del día" y, ¡oh sorpresa!, todos íbamos con la ropa, cara y pelo, llenos de lodo y con "fuerte olor a humedad" (lodo podrido), los más grandes se bañaron en la Pila de San José, pero yo no me atreví a hacerlo, por lo que al llegar a la casa de mi hermano mayor (con quien yo vivía en esta ciudad) me regañó y me prohibió en forma terminante se repitiera la aventura. Pocos años después me enteré que el director de la escuela. Maestro Juan Días Vázquez, había ordenado se tapiara con muro de tabique y mezcla a pocos metros de donde terminaba la primera escalera. Nunca volví a tener noticia alguna sobre tal túnel, como tampoco he sabido si fue incluido en los estudios que un grupo de morelianos realiza sobre el tema.
Continuará.