miércoles, 16 de noviembre de 2011

Novatadas en la Universidad Michoacana.

Como iba relatando, la novatada de Leyes -famosa por su crueldad- se iniciaba con una semana en la que los novatos recibían una "toronjiza" diaria, al tiempo que durante esa semana cada novato debía aportar una cierta cantidad de dinero para los gastos del "festejo final" que, por año que relato de 1949, andaba por los $20.00 por novato.
Para que la nueva generación tenga una idea del valor de los pesos de esa época, debo decir que la Universidad pensionaba a alumnos con promedio superior a 8.5 con $ 70.00 mensuales, para mi caso, la casa de asistencia donde me hospedaba, frente al Jardín de las Rosas, en la esquina de Santiago Tapia con Guillermo Prieto, cobraba $ 80.00 por mes que incluía los tres alimentos y cuarto compartido, pero sin cama, buró, silla ni ropa de cama, por lo que me tocaba agregar tan sólo $ 10.00 al importe de mi pensión para cubrir ese gasto. Una casa de abonados equivalente -si en la actualidad las hubiera- debe cobrar entre $ 2,000.00 a $ 2,500.00 por mes, por lo que los $ 20.00 que pagaba cada novato equivaldrían  a unos $ 600.00 pesos de hoy.
El día que culminaba la novatada, generalmente en viernes, todos los novatos debían estar en la Facultad a la 9:00 am. en punto; en el patio se les desnudaba hasta quedar en calzones, quedando la ropa a resguardo de algún estudiante "líder" de la "comisión de novatadas", y como era frecuente el extravío de algunas prendas -en especial las de "buena calidad"- todo novato procuraba llevar puesto ese día lo peor que en su ropero tenía. Una vez desnudos, les daban su buen fajo de tequila, charanda o, en el mejor de los casos, el ron de moda: "Ron Batey", para sentarlos en "marquetas de hielo" que la "comisión" había comprado oportunamente; después de 10 ó 15 minutos en esa postura, los novatos eran embadurnados con chapopote, los cubrían con plumas, borra, algodón, desechos de colchón viejo o material similar. Cabe hacer notar que, de entre los novatos, se escogían 4 ó 5 de los más "caritas" para vestirlos, a unos de mujer, de guare o de enfermera -según el tipo de ropa vieja que consiguieran, y a otro de bebé, de viejito, de tullido o cojo, etc., que tenían la ventaja de librarse del chapopote.
Ya "arreglados" y a eso del medio día, los novatos salían a la calle a iniciar el desfile por la Madero, custodiados por varias docenas de estudiantes armados con grandes ramas de "huizache" -a veces del arbusto "uña de gato" que causaba dolorosas heridas a quienes se les pasaba por la espalda- haciendo una especie de valla "de honor" para que los novatos, muchos pasados de copas, no cometieran desmanes, ni con las damas ni con los comercios que a su paso abundaban. Si el dinero no alcanzaba para contratar un pequeño conjunto musical o mariachi que cerraba el desfile, dos o tres estudiantes se agenciaban unos tambores que, al redoble de los mismo, marchaban los novatos; había paradas forzadas, frente a Palacio de Gobierno entre otras, en que se aprovechaba para dar otros buenos tragos de vino a los novatos, así, hasta llegar a la Fuente de las Tarascas, en donde se tomaba "la foto oficial", con los novatos que -empapados en chapopote y alcohol- tomaban las posturas más obscenas que se puedan imaginar con las indefensas Tarascas. Ya se podrán imaginar cómo quedaban las pobres indias, llenas de chapopote, con huellas de manos en todo su desnudo torso, de manera que al día siguientes el Ayuntamiento mandaba limpiarlas -lo que se podía- con petróleo y gasolina.
De la Fuente, los novatos pasaban a los Baños de Villalongín -reservados con toda antelación- en donde se les daba un bote con petróleo y una estopa para quitarse el chapopote antes de entrar al vapor -condición que era exigida por su propietario- y después a las regaderas.
La víspera del desfile se hacían circular los "programas y horario  de la novatada, programas hechos con un mimeógrafo -sistema rudimentario de copiado que antecedió a las copiadoras modernas- y que estaban hechos con gran ingenio. Era frecuente que estuvieran redactados en verso, de entre los que recuerdo son los siguientes:
"Sentaditos en el hielo, se sentirán en el cielo".
"Les daremos ron Batey, para que azote el más buey".
"Los moretes de toronja, no se quitan con esponja,
se tapan con chapopote, como mierda de coyote".
"Pelados y encueraditos, enfriaremos sus huevitos".
                                                                                Y así por el estilo, algunos de los cuales no me atrevo a publicar por respeto a mis lectores.

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